La buena colocación de un caballo es una señal que nos indica si lo estamos educando bien y si los objetivos de la doma están cumpliéndose en cada una de sus fases. Ademas, así podemos darnos cuenta si empleamos bien nuestras ayudas naturales y artificiales.
Poner al caballo redondo significa “reunirlo” de forma integra.
No implica poner su cara (hacer la cara al caballo) perpendicular al piso y olvidarnos del resto su cuerpo.
Peor aún si utilizamos riendas auxiliares como martingalas o bajadores para sujetar la cara, sin permitirle aprender a colocarse por si solo.
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ToggleQué implica una “buena colocación” en la doma de caballos
Cuando colocamos un peso (el jinete-la amazona) sobre el dorso del caballo, la reacción natural es ponerse tenso, hundir su dorso, invertir su cuello, abrir su cara y sacar sus posteriores hacia afuera de su centro de gravedad.
Es decir, con nuestro peso, descomponemos su estructura corporal ya que un caballo no sabe cómo llevarnos bien.
Nuestro papel como jinetes es reorganizar el cuerpo del caballo y persuadirle para que haga a petición nuestra lo que puede hacer en libertad e incluso mejorarlo.
Al comienzo de la doma aún no pediremos la “reunión” propiamente dicha. Iniciaremos con una posición más alargada para que poco a poco el caballo se vaya “recogiendo” con la mínima acción de nuestras “ayudas”.
Llegar a tener un caballo reunido, perfectamente “redondo” es un proceso progresivo que durará varios años de su vida deportiva.
Ejemplos de buena y mala colocación
↑ ANTES: Tensión / Mala colocación
↑ DESPUÉS: Relajación / Buena colocación
Las fotografías anteriores muestran un yegua joven en la primera fase de adiestramiento.
El objetivo a mediano plazo (1-2 años) será tenerla musculada y bien domada.
Su perfil redondeado debe caracterizarse por: sus posteriores debajo de la masa, su grupa descendida, su dorso flexible tendiendo a elevarse y no hundirse, la base de su cuello ligeramente elevada, el cuello arqueado y su cara en la vertical o un poco por delante de ella.
Cómo poner al caballo redondo
Como he dado a entender al inicio de este artículo, la redondez del caballo es el resultado de un trabajo de doma bien hecho. Es una señal inequívoca de un acertado entrenamiento del caballo para obtener buen desarrollo muscular.
Ahora podemos ver que esto no es tan simple. El jinete debe tener sensibilidad, paciencia, conocimiento y experiencia.
A continuación enumeramos los objetivos que hay que trabajar para poner al caballo redondo, con ciertas variaciones de intensidad y secuencia según cada fase de la doma:
- Relajación (soltura, descontracción)
- Flexibilidad (lateral y longitudinal)
- Impulsión (deseo permanente de ir hacia adelante)
- Contacto (aceptación del filete a una suave tensión de riendas)
- Equilibrio (control longitudinal)
- Ritmo ( movimientos acompasados)
- Rectitud (los pies pisan sobre las huellas de las manos)
- Reunión (suma de permeabilidad, energía y relajación)
- Receptividad–Sumisión (disposición y obediencia a la mínima petición del jinete)
Cumplidos estos objetivos o principios podremos decir que un caballo tiene un nivel de doma de intermedio a avanzado y estará listo para especializarse en cualquier disciplina ecuestre.
Desde el inicio del adiestramiento equino habrá que trabajar en estos objetivos, pero las exigencias por parte del jinete deberán ser progresivas. Esa será la correcta manera de montar un caballo.
Cabe aquí una frase de San Agustín que la he leído en un artículo del español José Manuel Salens: “Lo primero en el orden de la intención, es lo último en el orden de la ejecución”. Sabias palabras que nos exhortan a no pedir a nuestros caballos más de lo que pueden dar, de acuerdo a su nivel de adiestramiento.
Beneficios de la reunión y una buena colocación
La búsqueda de la reunión y su consecuente figura superior redondeada, trae beneficios tanto para caballo como para jinete.
- Permite que el caballo lleve el peso con menor esfuerzo.
- Desarrolla y mejora su equilibrio.
- Promueve el remetimiento de los posteriores y el descenso de la grupa. Esto aligera el tercio delantero, obteniendo una versatilidad en sus trancos, es decir más largos o elevados según se desee.
- Se convierte en una montura más agradable y segura porque aprende a llevarse por sí mismo, así el jinete no tendrá que forzar sus ayudas contínuamente.
Referencias bibliográficas:
- The British Horse Society (2005). “Manual of equitation”
- Blog de José Manuel Salens Pons . “www.ocurrenciashipicas.com”
- Jean D’Orgeix. Doctrina y método “Técnica de equitación”